A pesar de que son dos conceptos que constantemente están presentes en nuestras vidas, muchas personas tienen dificultades para poder describir y diferenciar el saldo deudor del saldo acreedor.
Estos conceptos, que generalmente están asociados a comunicaciones oficiales (como por ejemplo las que puede realizar una entidad bancaria para explicarnos cuál es nuestra situación financiera) resultan extremadamente importantes porque confundir uno por otro puede crear serios problemas.
Comprendiendo el saldo deudor y el saldo acreedor
Para comprender mejor de qué se tratan el saldo deudor y el saldo acreedor, vamos a reemplazarlos por otras dos figuras que son muy comunes en el universo contable, las del DEBE y el HABER. Básicamente, el DEBE refiere a una deuda, y el HABER a un saldo a favor, o saldo acreedor.
Al repasar los activos y gastos de un negocio cualquiera, estos conceptos tienen que aparecen dado que a partir de ellos se pueden evaluar mejor las circunstancias por las que atraviesa.
En la medida en la que, en un activo o gasto, el DEBE sea menor que el HABER, el saldo que resulta de esa cuenta es saldo acreedor, por lo que hay un saldo a favor, y no una deuda como tal.
Ejemplo práctico
Vamos a suponer que tenemos una papelería, y que semanalmente compramos papel para responder a la demanda de los usuarios. Para eso, mantenemos una cuenta con nuestro proveedor.
El gasto total de la compra ha sido de 2.500 euros, hemos pagado 1.500 euros en el momento, y nos hemos comprometido a pagar los otros 1.000 euros restantes tan pronto la inversión ofrezca retorno. Nuestro proveedor ha aceptado esa negociación, y allí se crea una cuenta entre las partes.
Una vez que hayamos recuperado nuestros primeros 1.000 euros en venta, contemplando ganancias del 100% sobre la inversión, la cuenta del proveedor indicará que aún le debemos esa cantidad. Entonces, se observará en el DEBE un monto de 1.000 euros, que procedemos a cancelar. Eventualmente, esos 1.000 euros representaban saldo deudor hasta ser cancelados.
Ahora que tenemos liquidada la deuda con el proveedor, pasamos a nuestra propia cuenta interna del negocio. De la inversión original de 2.500 euros, hemos vendido al público apenas 500 euros porque, como recordamos, la ganancia sobre la inversión es del 100%.
En nuestra propia cuenta, tenemos 2.000 euros en mercadería, que potencialmente se transformarán en 4.000 euros, por el retorno del 100% de la inversión. Al vender todos los productos ofrecidos, dispondremos de 4.000 euros en saldo acreedor, que representa la ganancia neta, ya habiendo desaparecido cualquier referencia en el DEBE. Así, HABER – DEBE = saldo acreedor.
Para nuestro proveedor, su cuenta con nosotros mostraba 1.000 euros de DEBE, o de saldo deudor. Tan pronto cancelamos ese pago pendiente, al quedar en 0 el DEBE, queda en 0 el saldo deudor.
Sin duda estamos ante un concepto económico más complejo de explicar que de aplicar en la economía empresarial, ya que la práctica totalidad de los negocios llevan a cabo las conversiones sin dificultad, aunque muchos de ellos no sepan definir esas operaciones y lo ejecuten de manera mecánica o sin terminología estrictamente contable.
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